ChatGPT: El mejor generador de ruido de 2023

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Alfredo Sola
17 de enero de 2023

Hasta los medios generalistas han ofrecido ‘hectáreas’ de espacio, a lo establecido pero solo recientemente popular, mundillo de la inteligencia artificial (IA). Esto es meramente la última evolución de una de sus líneas de investigación más interesantes: un programa que pase el test de Turing.

El test de Turing -originalmente bautizado «imitation game» por Alan Turing en 1950- es una prueba en la que una máquina presenta un comportamiento inteligente. Este test requiere un juez, un humano y una máquina que se prueba. El juez conversa únicamente mediante mensajes escritos con el humano y con la máquina. Si el juez no es capaz de distinguir de manera fiable quién es el humano y quién la máquina, se declara que la máquina ha aprobado.

ChatGPT es uno de los programas accesibles de manera pública que más alto puntúa en el test de Turing. Cualquiera puede jugar un rato con él y dejarse impresionar por la profundidad de sus conocimientos (debido, entre otras cosas, a los ‘teras’ y ‘teras’ de datos con que ha sido entrenado) y su capacidad para expresar casi cualquier cosa que se le pide (debido a lo anterior y al refinado diseño de su arquitectura).

¿Qué es lo malo?

Principalmente las trampas. Por ejemplo, que el programa escriba los artículos en lugar de tener que invertir algún esfuerzo en ellos. Y no solo ligeros e inconsecuentes artículos cortos de divulgación: no estamos lejos de entregar trabajos académicos totalmente generados por software. Ya no hará falta una ‘legión’ de redactores para escribir una tesis doctoral ‘cum fraude‘.

¿Qué es lo bueno?

ChatGPT y otros programas similares, desde los que se pueden ejecutar en cualquier portátil (aunque lógicamente sin el vasto conocimiento y refinadas respuestas de éste) hasta los que le sucederán, van a convertirse en herramientas que servirán para quedarse. Harán posible revisar documentos o generar gran parte de los mismos a partir de unas pocas premisas.

¿Y lo feo?

En un mundo en que muchos aún temen que la automatización lleve a una pérdida de puestos de trabajo derivando en espantosas crisis sociales (a pesar de ‘las lunas’ que han pasado desde que las hilanderas dijeran lo mismo de los telares movidos por máquina de vapor) la utilidad de servicios como los suministrados por ChatGPT no va a adoptarse sin resistencia, pudiendo adoptar formas perversas. Y sin duda, va a afectar de lleno a muchos de los llamados ‘trabajadores del conocimiento’, que actualmente constituyen un sistema esencial e impulsor en cualquier organización que funciona bien.

Los programas de conversación destinados a intentar pasar el test de Turing no son nada nuevo. ChatGPT es meramente la última novedad. Pero, igual que los anteriores y los que le seguirán, encontrará sus aplicaciones y se irán haciendo un hueco entre nosotros, sin que por ello se convierta en la realidad de las más negras profecías de Arthur C. Clarke.

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