El 3 de Enero de 2020, ICANN anunció que, tras un largo y farragoso proceso burocrático (o sea, siguiendo su más preciada tradición), el precio de los dominios .com a mayoristas podría llegar hasta los 10,26$ en Octubre de 2026.
El precio negociado entre ICANN y Verisign es, con mucha diferencia, el mayor componente de coste de los dominios .com; pesa más, por poner un ejemplo, que los impuestos en el precio de la gasolina. El resto del precio se compone de una cuota que cobra ICANN directamente, otra que cobra el Registrador y otra que cobra el gestor.
Por seguir con el ejemplo, esta subida (de hasta 2,41$ respecto del precio de 2020), es como el precio del barril de petróleo: Puede ser relativamente poco y en origen, pero tiene un efecto dominó sobre los precios que paga el consumidor final. Y, al igual que en el caso del petróleo, no solamente por la repercusión directa: También por lo que conlleva de sentimiento de mercado y generación de inseguridad a lo largo de toda la cadena de valor, así como por los tipos de cambio (los .com se pagan en origen en dólares) y sus coberturas.
En interés público
Por otra parte, hay que tener en cuenta que ICANN y Verisign son dos de las organizaciones con las cuentas más saneadas del mundo. Nadie que conozca el sector mínimamente cree ni por un momento los argumentos esgrimidos, el primero de ellos que es «en interés público».
Tal vez ICANN y Verisign no son, de todas formas, los malos de la película. Es cierto que son, especialmente la primera, organizaciones extraordinariamente productivas en dólares y burocracia; pero también es cierto que hay otro actor entre bambalinas. Citando literalmente del anuncio: «the Department of Commerce noted that the domain name marketplace had grown more dynamic and concluded that it was in the public interest that, among other things, Verisign and ICANN may agree to amend the .COM Registry Agreement to permit an increase to the price for .COM registry services» En traducción libre, el Ministerio de Comercio de USA ha señalado a estas dos corporaciones, también norteamericanas, que toca ordeñar la vaca.
Hay vida más allá de .com
¿Qué hacer al respecto? Bueno, desde este humilde artículo ofrezco dos reflexiones:
- Los dominios siguen siendo servicios baratos. Incluso tras el incremento de precio. No hay más que comparar el precio anual de registro de un dominio con el precio mensual de acceso al fútbol en televisión o, mi medida favorita: Puede que estemos hablando de subir un desayunobar al año, como mucho.
- Hay vida más allá de .com. Por más que tienen sus propios defectillos, los .es proporcionan algunas mejoras en seguridad jurídica y una identidad claramente española. Se pagan en euros, sin oscilaciones por cambio de divisa, y son un pelo más baratos. La propagación de DNS es algo más lenta, pero eso no repercute en el día a día. Y, además de .es, hay otras 500 extensiones o así disponibles. Geográficos, como .eu; genéricos como .casa o .virtual; específicos como .solar o .school… ¡La lista es casi interminable!
Los dominios siguen siendo esenciales en la cadena de valor, y su precio unitario no refleja la engrasada maquinaria que hay detrás. Aunque, bien pensado, lo mismo se puede decir de una buena taza de café en un bar tranquilo. Un «relaxing café con leche», por favor. Por cierto: Existen dominios .cafe y .coffee; están disponibles para registro tanto en Neodigit como en la plataforma dedicada a mayoristas Virtualname.
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